VIOLENCIA
Y ENFERMEDAD
(©)
Autor:
Francisco Parrilla Benéitez (
Investigador, Escritor, Pintor geométrico...).
El
presente artículo, es una transcripción de capítulo
XV de la obra " (©) Orígenes de la
Violencia Social y Conyugal" del mismo autor.
Su contenido, puede ser copiado y usado (sin fines de lucro) por
aquellas personas que lo deseen, siempre que se cite su origen y
autor del mismo.
VIOLENCIA
Y ENFERMEDAD
El
temperamento - Temperamento sanguíneo - Temperamento melancólico
- Temperamento colérico - Temperamento flemático –
Carácter - La ambición - La gula - El deseo - La ira
- La vanidad - El miedo - Dos opciones que podemos elegir en la
vida (Violencia o Paz)
Es
evidente que, cuando hacemos referencia a la relación de
la violencia con la enfermedad, nos referimos a que el desequilibrio
en la salud lo padece el que tiene tendencias violentas, sean del
tipo que sean.
Con este capítulo, vamos a tratar de mostrar cómo
existen determinados estados o comportamientos de violencia asociados,
por sus resultados, a desequilibrios de nuestro cuerpo y mente.
Esto mismo lo saben muy bien muchos hombres y mujeres de ciencia
de nuestro tiempo.
Muchas
actitudes violentas suelen ir asociadas a términos como ira,
rabia, mala voluntad, odio, cólera, brutalidad, crueldad,
etc. Sin embargo, también tienen relación con otras
muchas facetas como la ambición, la gula, el amor propio,
el egoísmo, los celos, la creencia, el fanatismo, la envidia,
la impaciencia, el orgullo, la vanidad, y muchos otros más.
Para entender la relación que tiene esta forma de proceder
con la enfermedad, lo primero que tenemos que conocer es el temperamento
que nos caracteriza. Después, descubrir la in-fluencia que
este temperamento tiene en los humores del cuerpo. Y, finalmente,
investigar si nos interesa saber algo de utilidad en la vida, cuáles
son los agentes psicológicos que componen y sustentan este
tipo de temperamento o carácter personal.
Ahora
analizaremos, de manera breve, cada una de estas tres partes mencionadas
para entender mejor la idea que tratamos de transmitir con este
capítulo.
El temperamento, según el Diccionario de
la Real Academia Española.
(Del lat. temperamentum).
m. Carácter, manera de ser o de reaccionar de las personas.
m. Manera de ser de las personas tenaces e impulsivas en sus reacciones.
m. Vocación, aptitud particular para un oficio o arte.
m. Arbitrio para terminar las contiendas o para obviar dificultades.
m. Biol. Constitución particular de cada individuo, que resulta
del predominio fisiológico de un sistema orgánico.
Temperamento
(psicología) Modo de ser que predomina en una persona.
Reconocidos médicos antiguos como Hipócrates y Galeno
distinguían, en los humanos, cuatro tipos de temperamentos
diferentes, considerados como manifestación psíquica
de los cuatro humores del cuerpo: 1) sanguíneo, de estado
de ánimo mudable e inconstante; 2) melancólico, apasionado,
hipocondríaco, con tendencia al mal humor y a la tristeza;
3) colérico, de fuerte voluntad e irritable; y 4) flemático,
lento, indiferente apático.
Estos
cuatro tipos de temperamentos se relacionarían con los cuatro
humores del cuerpo de la siguiente manera:
Temperamento
sanguíneo: corresponde al predominio de la sangre.
Físicamente son individuos de estatura inferior a la media,
buena musculatura, figura proporcionada. En sus manifestaciones
de carácter presenta tendencia a la irreflexión, es
sociable, poco tenaz y persistente.
Temperamento
melancólico: predomina en él lo que Hipócrates
llamaba la «bilis negra», se conoce también como
tipo nervioso. Físicamente es delgado, de estatura normal
o superior a la media, con tendencia a la palidez.
Temperamento
colérico: predomina en su organismo la «bilis
amarilla». De estatura normal o superior a la media; la piel
presenta un tono amarillento.
Temperamento
flemático: físicamente tienen tendencia a
la obesidad, aunque pueden existir tipos delgados.
Carácter (psicología): conjunto de reacciones y hábitos
de comportamiento que se han adquirido durante la vida y que dan
especificidad al modo de ser individual.
Como
podemos ver, el temperamento o carácter se relaciona, de
modo principal, con la forma o la manera de ser de una persona.
Por lo tanto, para saber cuál es nuestro temperamento, podemos
observar, en nosotros, algunas facetas como las siguientes:
•
De qué forma nos tomamos las cosas que nos agradan o nos
gustan. Cuál es nuestra manera de reaccionar.
• De qué modo nos tomamos las cosas que no nos agradan
ni nos gustan. Cómo reaccionamos de modo físico,
qué pensamos, y qué sentimos a nivel emocional.
• Cómo reaccionamos ante una mala noticia.
• Cómo reaccionamos ante una buena noticia.
• Cómo reaccionamos ante un problema.
• Solemos gritar o hablar con voz alta.
• Somos optimistas o derrotistas ante las situaciones de
la vida.
• De qué manera nos dirigimos a nuestra pareja, a
nuestros padres o a nuestros hijos. Cómo es nuestro comportamiento
con ellos, sobre todo la manera de hablar.
• Solemos interrumpir de manera habitual a los demás
cuando hablan.
• Solemos ser impacientes ante la espera de algo. Ya sea
la cola del cine, las deseadas vacaciones, que se nos atienda
en un comercio, llegar al destino deseado, etc.
Lo
que tratamos de mostrar o indicar con los puntos anteriores, no
es otra cosa que poner atención a cómo pensamos, sentimos
y actuamos habitualmente en la vida diaria. Esto nos llevará
a saber, en cierto nivel, cuál es nuestro temperamento o
forma de ser. Una vez descubierto esto, podemos llegar a descubrir
muchas cosas, hasta ahora desconocidas para nosotros.
A la formación y desarrollo del temperamento o carácter
va asociado el tipo de personalidad que tengamos. Y esta última
se forma con la calidad de la educación, en la escuela, el
hogar y en la calle. Pero sobre todo con el ejemplo que desde pequeños
vemos en los demás.
Una vez que tenemos el conocimiento del tipo de temperamento que
predomina en nosotros pasaremos a observar cuáles son las
bases de este. Es claro que la forma de ser o temperamento de una
persona está sustentado o apoyado en ciertos elementos psicológicos.
Estos pueden ser de diversos tipos.
Veamos
si forman parte del mismo alguno de los siguientes:
• La ambición
• El amor propio
• El adulterio
• El apego
• Los celos
• La calumnia
• La crítica
• La codicia
• La creencia
• El derrotismo
• El deseo
• La envidia
• El egoísmo
• El fanatismo
• La frustración
• La falsedad
• La falta de comunicación
• La gula
• La impaciencia
• La ira
• La lujuria
• La mala voluntad
• La mentira
• El miedo
• El odio
• El orgullo
• El pensamiento dictatorial
• La pereza
• El pesimismo
• El rencor
• La represión
• Los resentimientos
• La vanidad
• Etc.
Si
hemos conseguido saber cuál es nuestro temperamento, los
estados interiores (cómo pensamos, cómo sentimos y
cómo actuamos) por los que pasamos con el mismo, y las bases
psicológicas más visibles que predominan en nosotros,
estaremos preparados para entender mejor qué tipo de desequilibrios
físicos y psíquicos nos pueden sobrevenir si no hay
un cambio para mejor en dicho temperamento.
Ahora veamos una serie de enfermedades y desequilibrios en la salud,
física o psíquica, asociados a formas de conducta,
sobre todo de naturaleza violenta o agresiva.
No olvidemos, como ya indicamos en el capítulo tres, que
la violencia se expresa de muchas formas.
La
ambición. Esta es la causa por la que muchos deportistas
de alto nivel violentan o fuerzan su cuerpo. En unos casos, con
esfuerzos antinaturales. En otros, con sustancias llamadas prohibidas.
Y, en algunos, con las dos formas de forzar o violentar la máquina
orgánica. Después vemos, sobre todo, en las olimpiadas,
escenas terribles cuando se ve a participantes des-mayarse o llegar
al final de una carrera en un estado casi fuera de sí.
De igual modo, cuando se abusa del estudio, forzando nuestro cerebro
más de lo normal, es habitual sufrir como un mal menor dolores
de cabeza. En otros casos la consecuencia puede dejar secuelas de
cierto desequilibrio. Esto les ha sucedido, en algunos casos, a
jóvenes estudiantes. Esto puede ser por ambición o
no, pero lo que sí es cierto es que forzar a cualquier parte
de nuestro organismo, más allá de un equilibrio, es
violentarlo.
La
gula. Por gula podemos violentar nuestro cuerpo con excesos
que pueden derivar en una enfermedad. Unas veces podrá ser
por el abuso e ingestión de sustancias líquidas, y
otras por comidas demasiado excesivas en grasas, u otros componentes,
que hagan que nuestro cuerpo, empezando por una digestión
pesada, acumule elementos nocivos que a corto o largo plazo provoquen
un desequilibrio orgánico. Es sabido por muchos que en las
famosas fiestas de Navidad se cometen excesos de este tipo, llegando
algunos a producir la muerte de la persona.
El
deseo. Las causas que hacen surgir el deseo sin control,
hacen que este provoque muchos estados de ansiedad, impaciencia,
dolores de estómago, etc. Por lo tanto es una forma de violencia
contra la salud. Esto último lo sabe muy bien nuestro sistema
defensivo o inmunológico.
En este sentido, la ansiedad, que la denomino como el deseo desbordado
de que suceda algo, o pase cuanto antes. Parece ser que esta influye
en que seamos propensos en contraer enfermedades infecciosas, tales
como resfríos, gripes y herpes. Estamos expuestos de modo
constante a esos virus, pero lo usual es que nuestro sistema inmunológico
los combata; sin embargo, con la ansiedad esas defensas fallan.
La
ira. Esta es una emoción y una actitud negativa
que influye en la salud, fundamentalmente generando problemas en
el corazón.
Estudios realizados en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Stanford han descubierto el impacto que la ira tiene en la función
cardíaca: en pacientes que habían sufrido al menos
un ataque cardíaco, cuando se sentían furiosos e incluso
cuando recordaban esos episodios, se producía una disminución
de la eficacia de bombeo de su corazón, la cual no se observó
con otros sentimientos perturbadores como la ansiedad. (Goleman,
1996).
Cuando en nuestro temperamento o carácter está presente,
de modo habitual, la ira, a eso lo solemos llamar temperamento fuerte,
o agresivo, si es muy insistente. Y si encima somos fu-madores y
de los que tomamos unas copitas, estamos creando los ingredientes
adecuados para que cualquier día nos sorprenda nuestro corazón
con un mal funcionamiento.
Es evidente que la ira, si esta forma parte de nuestro temperamento,
puede afectar de manera negativa al corazón. Pero, sobre
todo, si además va asociada a elementos como el deseo, el
orgullo, la ambición, el amor propio, la frustración,
etc.
En los más de treinta años que llevo estudiando el
comportamiento humano en las personas y, sobre todo, en mí
mismo, vengo comprobando que la ira es una actitud psicológica
que sale como defensa o adquisición de algo. Por ejemplo,
para obtener, por ambición o codicia. Para defender, por
considerar amenazado lo nuestro, lo mío, por amor propio,
orgullo, vanidad, etc. Y siempre que sale este elemento psicológico
es porque no sabemos reaccionar sin fuerza o sin violencia para
defender u obtener algo. Con esto, solo queremos puntualizar que
el estado violento que caracteriza a la ira se manifestará,
más o menos en nosotros, dependiendo de si forma parte o
no de nuestro temperamento. Y de esto depende el nivel en que nos
pueda afectar en la salud.
En la actualidad existe un nuevo campo de investigación,
al que se le llama psiconeuroinmunología (PNI). Esta nueva
forma de estudio se encarga de investigar las interrelaciones mente-cuerpo.
Entre los procesos psíquicos, el Sistema Nervioso (SN), el
Sistema Inmune (SI) y el Sistema Endocrino (SE) del cuerpo humano.
Trabaja desde una perspectiva interdisciplinar que aglutina diversas
especialidades: psicología, psiquiatría, medicina
del comportamiento, neurociencia, fisiología, farmacología,
biología molecular, enfermedades infecciosas, endocrinología,
inmunología, y reumatología.
El conocimiento de la relación entre estados psicológicos
y desequilibrios en la salud no es nuevo, más bien es muy
antiguo. Recordemos, por poner un solo ejemplo, aquella cita bíblica
que se atribuye a Jesús el Cristo, cuando dice: «…
lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina
al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos,
los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los
falsos testimonios, las blasfemias».
Esto viene a demostrar que, dependiendo de cómo sean nuestros
estados psicológicos (comportamiento mental, emocional y
físico), nuestro temperamento, en definitiva, así
nos podrá afectar más o menos en la salud. En este
sentido tiene mucha importancia el tipo de forma de ser que nos
caracterice.
La
vanidad. Cualquiera puede pensar, y es normal en cierto
modo, que la vanidad no hace ningún mal, y menos relacionado
con la violencia. Sin embargo, conviene recordar que el presente
estudio trata sobre los orígenes de la violencia en toda
su extensión. Por eso mismo esta se puede manifestar a través
de causas que difícilmente podríamos sospechar, porque
la expresión de la violencia es, casi siempre, la parte final
de un proceso psicológico, es decir, que tenemos que descubrir
lo que la origina o hace surgir en nosotros. En esta labor tratamos
de colaborar con este trabajo.
Decíamos al principio de este capítulo que cuando
hacemos referencia a la relación de la violencia con la enfermedad,
nos referíamos a que el desequilibrio en la salud lo padece
el que tiene tendencias violentas, sean del tipo que sean. En este
caso se trataría del tipo de violencia contra sí mismos.
Siendo este tipo de manifestación, en su crudeza, el propio
suicidio y, en su sutileza, muchas cosas, entre otras, que consideramos,
de modo erróneo, como placeres humanos.
Entonces qué relación puede tener la vanidad con la
violencia.
Veamos algunos ejemplos para verlo más claro.
Todos sabemos, porque es un bombardeo constante en la publicidad,
que hay muchas personas esclavas de la imagen. Se le da un valor
o importancia, a la misma, desproporcionado. También sabemos
que este factor de una imagen determinada puede afectar de manera
negativa a una persona. Tal es el caso de algunas adolescentes,
y otras no tan jóvenes, que llegan a desarrollar el trastorno
de la anorexia, causando, en muchos casos, un grave daño
a su cuerpo y a su salud.
El significado de la misma es el siguiente: la anorexia —del
griego a???e??a (anorexia) siendo a? (an): partícula negativa,
y ?????? (óreksis): «apetito»— es un trastorno
alimentario, que se caracteriza por la falta anormal de apetito,
y que puede deberse a causas fisiológicas (como por ejemplo,
una gastroenteritis), que desaparece cuando cesa su causa; o bien
a causas psicológicas, por lo general dentro de un cuadro
depresivo (por lo general en mujeres y adolescentes), y que puede
ser muy grave.
En otros casos este culto a la imagen nos lleva a la tan de moda
cirugía estética. Aquí podemos ver cómo,
principalmente las mujeres, en algunos casos, tratan a su cuerpo
como un «muñeco», al que se le puede poner o
quitar lo que se desee en cualquier parte. Después, no es
difícil ver, a corto o largo plazo, muchos resultados negativos,
no solo en la imagen sino también en la salud. En la imagen,
porque, a veces, esta se llega a deformar por tanta manipulación.
Y en la salud, debido, a que, desde el primer momento se está
desarrollando una conducta de dependencia, que, en ocasiones, puede
llegar a la obsesión.
El
miedo. Este es otro elemento de estudio muy interesante,
porque podemos llegar, como es sabido, incluso, a morir de miedo.
Volvemos a recordar que toda actitud psicológica, en nosotros,
que pueda producir daño físico o psicológico
es violencia contra uno mismo, seamos conscientes o no de ello.
Aquí tenemos algunos tipos de miedo.
• Miedo a lo desconocido
• Al qué dirán
• A quedar mal
• A decir las cosas de frente
• Al regaño
• A la muerte
• A la enfermedad
• A la soledad
• A quedarnos sin trabajo
• A la pobreza
• Miedo a vivir el presente. Por eso nuestra mente está,
casi siempre ausente.
• Etc.
Muchos
estados de estrés son la consecuencia del miedo. Este influye
de modo negativo, entre otras cosas, en el sistema nervioso y digestivo.
Produce desequilibrios gástricos, temblores, sudores, aceleración
cardiaca excesiva y descontrol en la retención de la orina
y las heces. Por eso mismo, todos hemos escuchado alguna vez frases
como: «se cagó de miedo». O «se meó
de miedo».
En este sentido podemos afirmar que el miedo crea estados violentos
para el organismo, que, si son muy habituales, pueden desembocar
en una enfermedad. No olvidemos que nuestro sistema inmunitario
sabe, mejor que nosotros, lo que es una agresión para la
salud, y lo que no lo es.
En la comunidad científica ya se acepta que las emociones
tienen cierta influencia en la salud: se reconoce un vínculo
físico entre el sistema nervioso y el inmunológico,
que hace que estos sistemas, sobre todo el inmunológico,
dependa del nervioso para su correcto funcionamiento. Así,
las emociones negativas y el estrés afectan al sistema inmunológico,
haciéndolo más vulnerable; y las emociones positivas,
el buen humor, el optimismo y la esperanza, junto al apoyo de otros,
ayudan a soportar una enfermedad y facilitar su recuperación.
Con esto, se estableció la relación mente/cuerpo,
que permitió el nacimiento de una nueva disciplina de estudio,
la psiconeuroinmunología.
Como no queremos que este capítulo se convierta en un libro,
reflexionemos en cómo nos sentimos cuando tenemos estados
interiores de envidia, celos, frustración, odio, mala voluntad,
ansiedad, etc. Analicemos si esto nos sienta bien o mal. Y concluyamos
si esta manera de pensar, sentir o actuar es algo normal, o de daño
y violencia para el equilibrio de nuestro organismo, pudiendo aparecer
una posible enfermedad o desequilibrio psicológico.
Con los puntos anteriores, hemos querido mostrar, entre otras cosas,
varios factores psicológicos que nos llevan a expresar la
violencia contra uno mismo. Y que estos estados de violencia, grosera
o sutil, influyen de modo negativo en la salud o armonía
orgánica.
Dos
opciones que podemos elegir en la vida. Para terminar este capítulo
mostraremos unos valores y que cada cual opte por aquellos que
considere más adecuados para su vida.
1ª.
Violencia
• Rabia
• Agresividad
• Cólera
• Malestar
• Daño
• Frustración
• Enfermedad
• Destrucción
• Guerra
• Ira
• Furia
• Odio
• Mala voluntad
• Resentimiento
• Coacción
• Represión
• Venganza
• Injuria
• Etc.
2ª.
Paz
• Mansedumbre
• Tranquilidad
• Serenidad
• Armonía
• Bienestar
• Salud
• Buen ánimo
• Buen humor
• Construcción
• Calma
• Apacible
• Sosiego
• Buena voluntad
• Buenos pensamientos
• Buenos sentimientos
• Buenas acciones
• Etc.
La
salud es como el mar tranquilo de la serenidad.
Que se agita cuando sentimos el más mínimo pesar.
Y estalla en tormenta con la violencia y la enfermedad.
...
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